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Artículo: La belleza me ha salvado

La belleza me ha salvado

La belleza me ha salvado

Hoy quiero escribir sobre la belleza. Lo bello, lo agradable, lo placentero, aquello que con solo existir nos brinda felicidad.

Muchas veces me he enfrentado a la incómoda dualidad que existe en la moda, la ornamentación y el vestir en general. Por un lado, es tachado de frívolo, superficial, vacío, lleno de ego y un disfraz para inseguridades o juegos de poder. Esto, en mi caso, es lo que a menudo me aleja de este mundo y me hace dudar si es o no lo que vine a entregar. Me hace cuestionarlo y también ha sido duramente cuestionado por mis cercanos mientras crecía y desarrollaba mis pasiones. Para quienes no lo han considerado de otra manera, la moda no es más que eso: un conjunto de superficialidades que alimentan el ego y una perdición en un sinfín de necesidades que nunca terminan.

Desde muy joven, lo estético siempre fue algo que me llenaba y motivaba. Literalmente, daba sentido a lo que hacía, y cualquier acción que tuviera la belleza como parte del propósito, sería una actividad que disfrutaría. Con los años, he comprendido que mi cercanía e inevitable atracción por este mundo radican en que la belleza me ha salvado. Me ha echo sentirme viva en momentos oscuros, y me ha recordado que por solo existir ya estamos completos. Así como una mariposa que no sabe que es perfectamente hermosa, y sigue su vuelo dejándome admirarla.

El simple hecho de crear algo, algo bello, me conmueve en lo más profundo. ¿Por qué nos esforzamos en actos tan cotidianos como preparar una ensalada, dándole color, textura y presentación, cuando el acto de comer es tan práctico y alejado de lo que estamos hablando? Porque la belleza, la estética y el atractivo son una parte vital en nuestra forma de experimentar el mundo. Podemos prescindir de ella o no, pero su existencia nos transforma y gratifica, elevando nuestras experiencias humanas.

Me parece que el vestir, la moda y la ornamentación son terrenos muy profundos. Hablan de humanidad. No hay otros animales que se vistan, a pesar de que este reino es el más inspirador con su naturaleza bruta y tan perfecta. Sin embargo, los animales simplemente son. Nosotros, en cambio, cada día nos enfrentamos a este acto que parece tan mecánico y práctico como el vestir, pero está cargado de simbolismos, historias y decisiones que nos llevan a enviar un mensaje a nuestro cuerpo y al entorno.

¿Por qué defiendo la belleza? Porque es un fin en sí misma; el solo hecho de que algo sea bello ya nos brinda demasiado, tanto a quienes lo observan como a quienes lo crean. Es en sí mismo un acto espiritual. Maravillarse con una persona, un lugar u un objeto siempre es un acto que encierra bondad. Nos da esperanza, nos brinda vida y, al final, nos recuerda que estamos vivos en este mundo para experimentarlo, crearlo y disfrutarlo.

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